El Bosque El Nixticuil, en Zapopan, sigue resistiendo las talas ilegales, el escombro que le arrojan, y la construcción de fraccionamientos a su alrededor. La pandemia por COVID-19 no detuvo a quienes atentan contra esta Área Natural Protegida (ANP).
El Comité Salvabosques, que tiene casi 15 años defendiendo a esta zona, denunció a lo largo de este año una serie de afectaciones de particulares, así como la indolencia de las autoridades para atender las denuncias.
Durante este año, el colectivo ha registrado dentro de la ANP del Bosque El Nixticuil- San Esteban-El Diente (BENSEDI) hasta 29 incendios forestales, calculando unas 148 hectáreas afectadas; mientras que, según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet), fueron diez siniestros.
La activista Sofía Herrera lamentó que los reflectores mediáticos, en cuanto a incendios forestales e invasiones, los siga acaparando el ANP Bosque La Primavera, cuando ésta área natural del norte de Zapopan también es de vital importancia.
Otro capítulo que documentó el Comité Salvabosques en junio fue la remoción de suelo forestal con maquinaria al interior del ANP por personal del fraccionamiento Nórdika –cuya construcción fue autorizada por el ayuntamiento de Zapopan en julio de 2019, según su portal de transparencia-, para colocar presuntamente tubería pluvial.
La invasión quedó evidenciada y denunciada ante el ayuntamiento cuyo personal, además de tardar en responder, no vio mayores problemas, refirieron los activistas.
La dirección de Medio Ambiente de Zapopan documentó un reporte por descargas de aguas residuales pero en febrero y en la colonia El Tigre II, frente al fraccionamiento referido, especificando que se dejaron apercibimientos en los “domicilios” y el reporte está “en proceso de atención”. Aunque no ofreció más detalles, según información obtenida vía transparencia.
En junio, el comité también denunció el depósito ilegal de escombro a cargo de unos camiones en una cañada del ANP; según la dependencia municipal se presentó una denuncia ante la Fiscalía Estatal al respecto ese mes, y una más ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la Fiscalía General de la República (FGR), por una tala ilegal detectada en abril.
Otra de las denuncias ha sido en contra de Verde Serena, un predio al interior del ANP y que en reiteradas ocasiones sus dueños han buscado cercar, pese a estar prohibido por los impactos a la zona que puede causar. En mayo del año pasado lo intentaron pero el municipio los clausuró.
Ahora, a finales de marzo, rompieron los sellos de clausura, cercaron el predio, colocaron a guardias privados de seguridad y perros que también impactan de manera negativa a la zona.
Los activistas ya interpusieron una denuncia en la contraloría de Zapopan para que investiguen la actuación de los inspectores del municipio que, pese a la violación de los sellos de clausura que hubo y la invasión al ANP en este caso, no hicieron más que volver a colocar sellos.
El 31 de marzo, la dirección de Inspección y Vigilancia de Zapopan se limitó a tuitear que sus “inspectores no encontraron ningún tipo de actividad, sin embargo volvieron a colocar sellos de clausura y mantendremos vigilancia constante”.
La dependencia también informó que su “área jurídica va a iniciar un procedimiento administrativo de demolición”.
Fraccionamientos asfixian al bosque
También este año, el Comité Salvabosques interpuso un amparo con el que busca frenar el desarrollo inmobiliario Miralto Residencial, un fraccionamiento que se construye en una loma que colinda con el área de reserva del bosque, propiedad de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) y el ANP.
Si bien el desarrollo no invade la zona protegida, no queda exento de afectar la cuenca del Arroyo Hondo, por lo que el colectivo teme de posteriores inundaciones en la zona y aguas abajo, como en la colonia Martinica, si las obras no se detienen.
En septiembre de 2018 Miralto Residencial realizó movimiento de tierras en una zona cercana al bosque y fue clausurado por el Municipio por carecer de autorización, pero para febrero de 2019 obtuvo su licencia de urbanización.
El Arroyo Hondo es un afluente que nace al suroeste del Bosque El Nixticuil y recorre colonias desde Lomas de Zapopan, Altagracia, y Real de Valdepeñas, hasta Tabachines y La Martinica para desembocar en el río San Juan de Dios.
En junio de 2018, la Universidad de Guadalajara (UdeG) advirtió que la urbanización del Arroyo Hondo seguirá afectando a colonias del norte de Zapopan, como ocurrió ese mes en La Martinica cuando una tormenta provocó inundación en 90 viviendas, y la corriente arrastró una docena de automóviles.
Sofía Herrera, integrante del colectivo, compartió que otro de los impactos de este y otros fraccionamientos, es el desplazamiento de fauna. En mayo, encontraron el cadáver de una zorra gris, y en diciembre pasado el de un tigrillo.
De acuerdo con el Comité Salvabosques son al menos seis fraccionamientos los que se han construido o se construyen en las inmediaciones del bosque y que atentan contra el medio ambiente.
Los servicios ambientales del bosque
En 2008, el BENSEDI fue decretado como Área Natural Protegida bajo la categoría de manejo de área municipal de protección hidrológica, documento que da cuenta de la presencia de especies como conejos, venados, coyotes, ardillas, zorras, lechuzas, huilotas, cuervos, pájaros carpinteros, entre otras.
La directora del Instituto de Derecho Ambiental AC (Idea), Raquel Gutiérrez Nájera, una de las impulsoras del proyecto para crear el decreto, compartió que la importancia de esta área radica por su capacidad para captar agua y filtrar al subsuelo de manera inmediata.
Goza de una combinación de bosques encinar, tropical caducifolio y ripario, lo que concede un microclima a esta parte de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) y sirve como una barrera natural contra lluvias y vientos fuertes.
Conservar el bosque es importante para la riqueza biótica del municipio, dijo la ambientalista, por lo que el desarrollo urbano en la zona es incompatible porque contrasta con la política de conservación ambiental de la zona que en teoría tendrían que propiciar las autoridades.
Explicó que cuando en las ANP no se incluyen zonas de amortiguamiento que las protejan perimetralmente, ocurren situaciones como las que hay alrededor del BENSEDI, donde se construyen fraccionamientos por la plusvalía que genera, aunque eso cause daños al equilibrio ecológico.
Las afectaciones que causan los desarrollos inmobiliarios son romper con el flujo natural de la flora y las corrientes hídricas de la zona, así como el ciclo de vida de la fauna que se ve perturbada por la contaminación lumínica y acústica que generan la urbanización.
“Tenemos que volver a reconsiderar toda el Área Natural Protegida para delimitar esas áreas de amortiguamiento y protección tan necesarias y urgentes, en contrapeso al desarrollo urbano (…) la Zona Metropolitana de Guadalajara no tiene futuro sino cuidamos todas estas áreas estratégicas para que viva la ciudad”.
Se requiere, añadió, programas o planes de desarrollo para evitar la urbanización de la zona y privilegiar la protección del bosque.
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