La pandemia por COVID-19 golpeó económica y socialmente a uno de los sectores más vulnerables de la población: las personas que hicieron de la calle su fuente de empleo y su hogar.
En las primeras semanas de la contingencia sanitaria, cuando el aislamiento social fue mayor, quienes obtenían sus ingresos limpiando parabrisas, vendiendo artículos en los semáforos y solicitando ayuda en la vía pública se vieron afectados.
Quienes solían pagar un alquiler diario en casas de huéspedes para pernoctar se quedaron sin posibilidades económicas para seguirlo haciendo. Quienes habían conseguido un empleo fueron despedidos, se quedaron sin dinero y regresaron a la calle.
Así es como lo ha documentado la activista Otilia Arellano Fonseca, coordinadora de la organización Amigos Trabajando en los Cruceros, quien mencionó que al inicio de la pandemia ofrecían entre 60 y 70 despensas y desayunos por semana, a familias de escasos recursos o situación de calle.
“Los que estaban pobres y vivían de un sueldo mínimo ahora pasan a estar en extrema pobreza, y los que estaban en extrema pobreza ya de plano están, no sé qué nombre ya darle, estar peor todavía”.
Después la solicitud de ayuda fue mayor, y la organización pasó a distribuir más de 500 paquetes solidarios de manera semanal; sin embargo, pausaron esa ayuda para recolectar útiles escolares y entregar a las niñas, niños y adolescentes de cara al próximo ciclo escolar.
“Los menores en edad escolar, trabajadores de calle o acompañantes, algunos dicen que no van a seguir (estudiando), principalmente en secundaria, porque no pueden pagarla y menos comprar los útiles”, reveló Otilia Arellano.
Actualmente, Amigos Trabajando en los Cruceros aloja a unas siete familias en su albergue, a quienes les pidieron no salir para evitar contagios de COVID-19 y mejor quedarse y colaborar en las actividades humanitarias de la organización.
“Por fuera seguimos atendiendo a muchas familias y a los que trabajan en cruceros, vendedores que andan caminando o en los camiones, payasitos, todo lo que se refiera a trabajo callejero”.
La activista mencionó que recibieron apoyo del gobierno estatal por parte del programa Jalisco Sin Hambre y aunque reconoció el gesto, dijo que siempre harán falta más acciones para este sector de la población.
“Tienen programas muy buenos pero les hace falta conocer más de esta problemática social de las personas que más ocupan, familias que están en completa calle”.
Pandemia afectó a los más afectados
La pandemia golpeó a los que ya vivían con precariedad y ahora su situación ha empeorado, coincidió el Jefe del Departamento de Desarrollo Social del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), Ricardo Fletes Corona.
“La población de trabajos informales, que sobrevive de la caridad y brindar servicios precarios sí les ha ido muy mal en la pandemia; dentro de esa población, la población infantil es la que más ha resentido”.
Reconoció que se han hecho esfuerzos importantes por parte de los Sistemas DIF municipales y el estatal, pero “si antes de la pandemia tenían recursos humanos y materiales limitados, la pandemia agarró a todas las instituciones con las manos en la puerta, desprevenidos”.
En ese sentido, consideró, las autoridades tomaron medidas de emergencia, que aún no son evaluadas, pero resultaron limitadas.
Los apoyos otorgados fueron precarios, pues las personas “merecían comer mejor”, y a veces eran de difícil acceso, ya que en ocasiones, dijo, solicitaban identificaciones oficiales a quienes posiblemente no cuentan con ningún documento consigo.
Frente a ese panorama, las organizaciones de la sociedad civil fueron más sensibles y próximas a las personas que más lo necesitaban.
Fletes Corona explicó que es muy complicado que quienes viven bajo estas circunstancias salgan de este estrato social, pues no cuentan con estudios básicos ni documentos para acceder a un empleo de calidad, y las políticas públicas en la materia “no están preparadas para atenderlos”.
Albergues, al límite
En la búsqueda de ofrecer un techo a las personas en situación de calle, los sistemas municipales y el estatal del DIF pusieron a disposición sus albergues, mismos que alcanzaron su máxima capacidad, informó el director del Sistema DIF Jalisco, Juan Carlos Martín Mancilla.
En conjunto con los espacios que ofrecen las organizaciones de la sociedad civil, en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) hay 800 lugares para personas en situación de calle, pero al estar llenos, están buscando crear 300 nuevos.
“La pandemia nos está reflejando que muchas personas que anteriormente pagaban alguna renta, algún cuarto, y que ejercían algún oficio, al no tener ingresos regresan de nuevo a la calle”.
El funcionario afirmó que en ninguno de los refugios se han registrado contagios por COVID-19 pues aseguró que aplican los protocolos dictados por las autoridades sanitarias. Pero no todas las personas en situación en calle están en albergues.
Martín Mancilla dijo que los albergues fueron ofrecidos de manera voluntaria a las personas, pero no todas quisieron la ayuda. Estimó que viven unas 800 personas en situación de calle en la ZMG aunque tener una cifra exacta, “es muy complicado porque es muy volátil” esta población si se toma en cuenta, por ejemplo, a migrantes en tránsito.
Otras de las acciones del DIF Jalisco durante la pandemia fue la estrategia Jalisco Sin Hambre, donde se entregaron 800 mil raciones de alimento en los primeros tres meses de la contingencia, hasta que se suspendió cuando inició la reactivación económica en el estado.
Además de apoyos asistencialistas, las autoridades están trazando estrategias para generar una reinserción social para este sector de la población, aunque hacerlo no sea sencillo pues muchas de ellas carecen de documentos para obtener un empleo, además que enfrentan problemas de adicciones y salud mental.
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