Ante la falta de políticas públicas que reconozcan la importancia de su trabajo, los cuidadores y cuidadoras de personas dependientes en México se enfrentan a una carga laboral y mental extenuante, y sueldos bajos.
Itzel Nayeli Martínez Olvera lo sabe, lo ha experimentado. Inició hace unos años cuidando a su hermana Claudia quien vivía con cáncer en un pulmón. Por cuenta propia y observando a las enfermeras aprendió sobre curación de heridas y movilizar a las personas con extremo cuidado.
Cuando su hermana falleció, a los 16 años, quiso continuar con esa labor y estudió enfermería en la Escuela Regional de Educación Media Superior de Ocotlán. Desde que egresó trabajó en hospitales y por cuenta propia para cuidar personas, aunque el panorama que enfrenta es complicado.
Uno de los principales retos a los que se enfrenta es a la desvalorización de su trabajo, porque pese a la importancia que tiene y la calidad que ofrece, no suelen pagarle lo justo.
También ha enfrentado malos tratos de sus pacientes, discriminación, e indiferencia por parte de los familiares quienes suelen dejarles toda la carga emocional a los cuidadores.
“En vez de ganarle le estás invirtiendo demasiado, aparte del desgaste físico y mental”.
Durante esta pandemia no ha cuidado a pacientes con COVID-19, aunque sí le han llegado solicitudes para que lo haga, sin embargo no le ofrecen un sueldo justo.
En una ocasión, compartió, le querían pagar 500 pesos por una jornada de 12 horas, pero ni siquiera incluía el equipo médico necesario para protegerse de no ser contagiada. Por un trabajo así, subrayó, mínimo tendrían que haberle pagado lo triple.
“A mí no me gusta regalar mi trabajo y cuando me ofrecen una guardia así yo les digo ‘muchas gracias, pero no estoy interesada’. Tengo experiencia, no voy aceptar esa cantidad”.
Desafortunadamente, dijo, muchos colegas suyos, cuidadores o enfermeros, suelen aceptar trabajos así de desgastantes sin la retribución justa.
Vistazo al cuidado de los ancianos
Aunque los cuidadores experimentan retos similares, independientemente de las personas dependientes que cuiden, cada sector de la población tiene sus peculiaridades y necesidades, explicó Neyda Mendoza Ruvalcaba, profesora investigadora del Centro Universitario de Tonalá (CUTonalá), experta en adultos mayores.
Un estudio realizado por esta casa de estudios en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), sobre bienestar y envejecimiento, se encontró con que el 32% de las personas adultas mayores requieren de algún tipo de ayuda.
Por otro lado, un 28% requiere de auxilio para cumplir sus actividades básicas como vestirse, bañarse, comer y desplazarse de un lugar a otro. El 11% de los adultos mayores viven solos y el 88% con algún familiar quienes suelen convertirse en sus cuidadores cuando comienzan a presentar alguna limitación para valerse por sí mismos.
Las personas cuidadoras, compartió Mendoza Ruvalcaba, por lo general son mujeres con una edad promedio de 45 años, -suele ser una de las hijas o a veces la nuera-, quienes carecen de los conocimientos para realizar la profesión y deben atenderlos por su cuenta.
Su principal reto es sacrificar sus actividades laborales y personales y enfrentar la idea que por ser familiar del paciente no se merece un sueldo, día de descanso, seguridad social e incluso vacaciones.
Es decir, experimentan una fatiga física y emocional por la sobrecarga de cuidados hacia las otras personas, y por no contar con otras actividades que le ayuden a distraerse y a mantener un estilo de vida saludable.
“Estamos en deuda con los cuidadores para hacer ver sus derechos”, mencionó Mendoza Ruvalcaba al detallar que la Ley de Desarrollo Integral de los Adultos Mayores en Jalisco establece los derechos a los que son acreedores los ancianos, y las sanciones que pueden tener sus familiares sino les cuidan humanamente, pero no estipula algún tipo de ayuda gubernamental para los cuidadores.
Lo ideal sería que la labor de los cuidadores fuera reconocida y que el gobierno pagara a quienes se dedican a eso pues realizan una labor que el gobierno debería asumir.
Faltan políticas públicas
En ese punto coincidió la investigadora de la Univesidad del Valle de Atemajac (Univa) Laura González López, quien compartió que hace dos años el Instituto Nacional de las Mujeres la invitó, junto con otras expertas, a compartir sus ideas de cara a la creación de un sistema nacional de cuidados, pero la iniciativa no prosperó con el cambio de administración federal. En ese sentido, mencionó que son necesarias políticas públicas que auxilien a las personas cuidadoras, que se reconozca la labor que realizan.
Una opción podría ser impulsar programas de apoyos económicos a quienes se dedican a cuidar a personas y darles acompañamiento psicológico. Incluso que haya estancias diurnas en las que puedan auxiliarse en el cuidado de sus familiares, es decir, poder dejarlos ahí cuando tengan alguna actividad que realizar.
Políticas públicas de esas características hay en Estados Unidos, Australia, Canadá, Nueva Zelanda, España, por ejemplo. En Latinoamérica uno de los países que ha tomado la delantera y ha buscado consolidar un proyecto ha sido Chile.