“El Botón de Emergencia está muy cerca, y es algo que puede ser fatal para muchísimos negocios, incluido el mío”. Son las palabras de Charles Pinet, director del Centro Cultural Breton, ante el latente riesgo de cerrar la que ha sido una de las plataformas de jazz en Guadalajara.
En marzo, cuando se decretó la emergencia sanitaria por COVID-19, Pinet tuvo que cerrar sus puertas como la mayoría de los negocios considerados no esenciales y, como quizá le sucedió a muchos, no creyó que la situación fuera a prolongarse hasta julio.
“Yo dije ‘me aviento el tiro, mantengo mi equipo, el lugar a flote, hasta que se reanuden las actividades’, y resultó que día a día se está viendo cómo evoluciona la situación y se tarda y se tarda en reactivar las cosas, y los seis meses de plazo de los bancos (para saldar un préstamo) se fueron volando y ya es hora de pagar lo que se debe”.
Una de las principales medidas sanitarias para contener los contagios de COVID-19 ha sido mantener la sana distancia y evitar conglomeraciones, limitando las posibilidades a foros y teatros; conciertos y festivales, talleres culturales y presentaciones artísticas de subsistir económicamente, pues dependen del público, de la concentración de personas.
Pero no hay shows en puerta, pues los foros aún no están autorizados para reanudar actividades y la situación se hace más difícil de sortear. Del Centro Cultural Breton dependen 13 personas directamente que forman parte del equipo base, pero cuando hay eventos suelen contratar hasta siete más.
Pero no queda ahí, pues este foro musical y galería de arte es también importante para ingenieros de sonido, productores, promotores, artistas y músicos. En 2019, el lugar albergó 12 exposiciones y 250 conciertos de 186 diferentes propuestas provenientes de 11 estados de México y 19 países. Las pérdidas económicas calculadas para lo que va del año, apunta Charles Pinet, han sido de casi medio millón de pesos.
Ante esa situación, a mediados de julio lanzó una campaña a través de Donadora para obtener fondos. La meta que estableció para salir del apuro y poder pagar la nómina de su equipo fue de 100 mil pesos, y la alcanzó gracias al apoyo de músicos y clientes.
Además, se ha mantenido a flote a través de la venta de alimentos, pues este centro cultural también es restaurante, sin embargo las ganancias obtenidas por ese giro apenas representan el 20 por ciento de los ingresos que solía tener antes de la pandemia.
Piden certeza para abrir puertas
Algo similar pasa en el Foro Independencia que en promedio realiza 250 shows al año y durante esta pandemia ya perdieron 60, lo que ha derivado en afectaciones económicas y ajustes administrativos con su equipo de trabajo de siete personas para poder solventar gastos de renta, luz, agua, pago a proveedores, entre otros.
Sin embargo, de acuerdo con Jesús Weeks, director del Foro, entre 20 y 50 personas, según las características de cada concierto, dependen de los espectáculos para hacer trabajos como encargados de iluminación, bartenders, productores, personal del catering, e incluso los hoteles donde se hospedan los artistas.
A mediados de junio pasado, varios lugares de eventos y promotores de festivales publicaron un comunicado donde, además de expresar su incertidumbre por no saber cuándo volverían, especificaron que en 2019 la industria del entretenimiento y la cultura generó impuestos por 58 millones de pesos y alrededor de 148 mil 500 empleos directos e indirectos. Además, produjeron 415 millones de pesos alrededor de los eventos de taquilla, así como una derrama económica de 600 millones de pesos en la entidad.
“Al final por el amor a lo que hacemos, a los sueños, hemos seguido trabajando, entre comillas, hemos seguido pensando que lo podemos mantener más que se pueda, pero ya se está volviendo cada vez más insostenible”, lamentó Jesús Weeks.
Lo que pide a las autoridades es certeza sobre cuándo podrán reabrir sus puertas, aunque sea bajo un aforo reducido de personas. “Nomás queremos información clara y saber bajo qué condiciones vamos a poder abrir y cuándo, entendemos también que depende de la Secretaría de Salud y el avance de cómo se está reduciendo el nivel de contagios. Lo que sí quiero es información, información clara”.
Afectaciones al interior del estado
“La pandemia ha generado el recrudecimiento de la situación precaria en la que el sector cultural ya estaba”, reconoció Belén Palacios, integrante de la Red Independiente de Agentes Culturales de Jalisco (RIAC), organización que surgió en plena pandemia tras los recortes presupuestales que sufrió el sector.
Además de la suspensión de grandes eventos y el cierre de espacios culturales y de entretenimiento, la situación ha repercutido en la esfera pública desatendiendo a colonias y municipios históricamente vulnerados por la falta de políticas públicas culturales incluyentes, principalmente en el interior del estado
“La caída del empleo, el atraso en los pagos, la falta de seguridad social y de salud, y sin dudas la insuficiencia de contenidos de calidad en los medios públicos son algunas de las problemáticas graves a las que nos enfrentamos. Cabe mencionar también que el poco trabajo intersectorial, una débil gobernanza cultural y la falta de programas de profesionalización son otros factores que tienen al sector hoy en un estado de urgencia”.
De acuerdo con Belén Palacios, este año se estima que se perderán más de 4 mil puestos de trabajo en el sector cultural y del entretenimiento. Bajo ese contexto nació la RIAC, una red “plural e independiente” que pretende trazar soluciones efectivas e inmediatas y lograr incidir positivamente ante los funcionarios y gobernantes que toman las decisiones sobre los recursos públicos. “Pero principalmente nos organizamos para no perder la esperanza y hacer que la cultura siga viva”.
En junio, directores y directoras de casas de cultura de los municipios se quejaron que los recortes presupuestales afectarían los talleres que se ofrecen principalmente a niñas, niños y adolescentes.
Ajustes presupuestales
De acuerdo con datos de la Secretaría de Cultura de Jalisco (SCJ), frente a la pandemia su presupuesto sufrió recortes en rubros como pasajes aéreos, viáticos, hospedajes, congresos, convenciones, entre otros.
Sin embargo también se vieron afectados el Instituto Cultural Cabañas; la Orquesta Filarmónica de Jalisco; el Fondo Estatal de Fomento para la Cultura y las Artes; la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente; Museos, Exposiciones y Galerías de Jalisco, y al Sistema Jalisciense de Radio y Televisión.
En total, tanto la dependencia como estos espacios sumaban 723 millones 596 mil 493 pesos para este año, pero tras los recortes por COVID-19 el presupuesto quedó en 626 millones 827 mil 761 pesos, es decir, les redujeron más de 96 millones.
“En muchas de las ocasiones en la cultura lo que nos sucede es que nos comunican un recorte presupuestal y se tiene que asumir y las decisiones no se toman desde el sector. En este caso nos permitieron hacer la reducción de cada una de las partidas para así poder proteger las que llegan en el sector, y además de eso poder hacer una redistribución de los recursos que no podíamos ejercer por la pandemia”, compartió la secretaria de Cultura Jalisco, Giovana Jaspersen.
Ante la pandemia, y como una primera medida, el gobierno estatal lanzó el programa Botiquín Cultural Jalisco, una iniciativa digital de contenidos culturales para ayudar a las personas a sobrellevar la contingencia.
Después creó el programa SumArte en Casa, que en total tuvo una bolsa de 30 millones de pesos para apoyar a 3 mil 750 artistas de Jalisco con 8 mil pesos en una sola exhibición, aunque, reconoció la funcionaria estatal que “no hay recurso público que vaya a ser suficiente para la situación de emergencia”.
Respecto a las afectaciones que sufren espacios independientes como el Centro Cultural Breton Jasperse defendió el programa recién lanzado Cultura en Resiliencia que agrupa a una serie de convocatorias en diferentes disciplinas y que cuenta con 23 millones de pesos.
Giovana Jaspersen refirió que respecto a la situación de las casas de la cultura, son los municipios los encargados de contratar a los talleristas, mismos a los que se ha invitado a que participen en alguna de los programas emergentes.
“Nosotros no podíamos dar recursos a un municipio para que se pagaran actividades que estaban prohibidas por nuestras autoridades sanitarias en ese momento, entonces necesitábamos encontrar la manera que los recursos siguieran llegando a las personas de los municipios a pesar que las casas de la cultura siguieran cerradas”.
Sin embargo, aseguró que ya se publicó la convocatoria para el fondo de talleres de los municipios para la reactivación de actividades, y se están recibiendo las propuestas para pagar a los talleristas que consideren pertinentes. El presupuesto es de 12 millones de pesos.
Pero sin público que respalde emocional y económicamente las propuestas culturales, sean públicas, privadas o independientes, los programas y subsidios parecerán mínimos, pues nada se compara con el enérgico vínculo entre los artistas y los espectadores.
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